Conducción
Si tomamos una varilla de cobre con la mano y colocamos uno de sus extremos en la llama de un mechero, no pasará mucho tiempo antes de que observemos que la porción que tenemos en la mano se calienta y, en ciertos casos, llegará un momento en que deberemos soltarla. Si repetimos la experiencia con una varilla de vidrio llegaremos a la conclusión de que podemos tenerla perfectamente con una mano de uno de sus extremos sin notar el más leve calentamiento aun cuando su otro extremo se halle al rojo vivo.

Se recordará que entre las partículas que forman el sólido existen fuerzas relativamente intensas. Los átomos se comportan como si estuvieran conectados por resortes con sus vecinos, los átonos de la varilla en el extremo más cercano a la flama son bombardeados por moléculas de gas de gran energía en la flama; absorben energía y oscilan más violentamente que antes; transmiten energía cinética a sus vecinas, y esta energía va siendo transmitida como calor hacia el extremo más frío de la varilla, (si la varilla es de metal, el proceso es especialmente rápido, porque hay electrones libres dentro del metal que ayudan a transportar energía, cinética a lo largo de aquella). En los líquidos, y en los gases las moléculas se mueven con mayor libertad que en los sólidos, pero el proceso de conducción es también una entrega de energía cinética de las moléculas que se mueven más rápidamente a las más lentas. En la conducción solamente pasa calor de un lugar a otro, los átomos no.
Ahora bien, la temperatura no es la misma a lo largo de toda la barra de cobre pues en el extremo calentado es mayor que en el otro.

Si se midiesen las temperaturas se obtendría un resultado análogo al representado en la figura anterior.
Estos hechos se deben a que a igualdad de condiciones, a través del cobre pasa por conducción una cantidad de calor mayor que a través del plomo, y a través de éste, a su vez más que del vidrio.
Se clasifican así las distintas substancias en buenas conductoras y malas conductoras (aisladoras) del calor. Entre las buenas conductoras figuran en primer término los metales entre éstos, la plata y el cobre ocupan los primeros lugares; el hierro y el plomo son simplemente conductores. El vidrio, la porcelana, la madera, la lana, etc, son malos conductores del calor.
El uso de ropa de lana en invierno se basa en que dicho material, al ser mal conductor del calor, aísla el cuerpo del medio ambiente más frío o impide la pérdida de calor de nuestro organismo. Se sabe que resultan más eficaces para esta finalidad dos prendas de vestir delgadas que una gruesa. Esto se debe a que entre las dos prendas se establece una capa de aire, que es muy mal conductor del calor.
La propiedad que mide lo buen o mal conductor del calor es el calor específico y se representa como Cp.