El jabón básicamente es una sal sódica o potásica resultante de la reacción química entre un álcali (hidróxido de sodio o de potasio) y un lípido; esta reacción se denomina saponificación. El lípido puede ser de origen vegetal (como el aceite de coco) o animal (como la manteca de cerdo). El jabón es soluble en agua. Por sus propiedades detersivas se utiliza para el lavado de ropa, limpieza corporal, etc.

Los ácidos grasos que se utilizan como materia prima del jabón son los siguientes: Aceites vegetales: coco, soja, maíz, oliva, lino, algodón.
Aceites animales: de pescado, grasas animales.
Luego, estos se combinan con cremas, perfumes y colorantes para darles vistosidad.
Tradicionalmente, es un material sólido. En realidad, la forma sólida es el compuesto «seco», sin el agua que se emplea en la reacción mediante la cual se obtiene el jabón. La forma líquida es el jabón «disuelto» en agua. En este caso, su consistencia puede presentar distintas viscosidades.
Para preparar jabón antibacteriano, se pueden agregar compuestos como triclosán o triclocarbán. Existe cierta preocupación de que el uso de jabones antibacterianos y otros productos pueda fomentar la resistencia a los antimicrobianos en los microorganismos.
Algunos de los más conocidos tipos de jabones son:
- Jabón de Marsella.
- Jabón de Castilla.
- Azul y blanco portugués.
- Jabón de brea.
- Jabón de coche.
- Para afeitar.
- Jabón de Alepo.
- Jabón líquido.





