Envejecimiento activo

El concepto de envejecimiento activo (EA) fue propuesto por la OMS en 1999, definiéndolo como “el proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen”. El término activo se refiere a la participación continua de las personas adultas mayores, en forma individual y colectiva, en los aspectos sociales, económicos, culturales, espirituales y cívicos, y no solamente a la capacidad para estar físicamente activo o participar en la mano de obra. 

En el plano operativo, este concepto se refiere al empoderamiento de las personas adultas mayores en los aspectos biológicos, psicológicos y sociales en los que están inmersos.

El EA   tiene tres niveles de abordaje: (i) paradigma, (ii) marco político   y (iii) acción instrumental a nivel comunitario (Mendoza-Núñez et al. 2013;  2015).

Como paradigma, el EA nos permite tener una visión incluyente de las personas adultas mayores para el desarrollo socioeconómico, considerándolos como un capital humano y social, sobre todo para los programas gerontológicos, en contraposición al modelo pasivo-asistencial que considera a los mayores como potencialmente incapacitados física, psicológica y socialmente y, en consecuencia, un problema o carga social.

Asimismo, el EA como marco político constituye una alternativa factible para sustituir el modelo actual que visualiza a la persona adulta mayor como un ser decadente y enfermizo, sin posibilidades de desarrollo social ni económico, razón por la que con frecuencia se considera a los viejos como una carga social y económica.  Por tal motivo, es necesario el establecimiento de políticas públicas que propicien el desarrollo de un Plan Nacional Gerontológico que sirva de marco general para la implementación de Planes y Programas Gerontológicos Estatales diferenciados, que permitirán alcanzar las  metas señaladas por la OMS, para los países que adopten esta estrategia: (i) menos muertes prematuras, (ii) menos discapacidades relacionadas con enfermedades crónicas en la ancianidad; (iii) más personas que disfruten de una calidad de vida positiva a medida que vayan envejeciendo; (iv) más personas que participen activamente en los ámbitos sociales, culturales, económicos y políticos de la sociedad, en trabajos remunerados y sin remunerar y en la vida doméstica, familiar y comunitaria; (vi) menos gastos debidos a los tratamientos médicos y la atención sanitaria.

Por otro lado, el enfoque del EA como acción instrumental a nivel comunitario representa un reto para la gerontología social y comunitaria, ya que se deben desarrollar modelos de atención comunitaria que consideren el autocuidado, la ayuda mutua y la autogestión, utilizando de manera óptima las redes de apoyo social, formales e informales, para lo cual es indispensable el empoderamiento de los adultos mayores.

Referencias

  • Mendoza-Núñez, V.M., Martínez-Maldonado, M.L, y Vargas-Guadarrama, L.A. (2013). Envejecimiento Activo y Saludable. Fundamentos y Estrategias desde la Gerontología Comunitaria. México: FES “Zaragoza”, UNAM. Pp 522. ISBN 978-607-02-4774-3.
  • Mendoza-Núñez, V.M. (2015). Envejecimiento humano: Un marco conceptual para la intervención comunitaria. En: Martínez-Maldonado, M.L. y Mendoza-Núñez, V.M. Promoción de la salud de la mujer adulta mayor. México: Instituto Nacional de Geriatría, 13-40.

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